lunes, 30 de enero de 2012

El niño soldado

Me llamo John tengo 13 años y soy de Ruanda. Trabajo en el ejército de liberación, porque, desde pequeños, nos envían hasta aquí para estar preparados para la guerra. Mi madre fue asesinada y violada, no tengo hermanos y mi padre aún está vivo, pero no quiere hacerse cargo de mí.
Esto es muy duro, nunca he tenido infancia ni la tendré jamas. Llevo desde los cinco años aquí, mi madre me tenía muy protegido, pero, cuando murió, mi vida dio un gran cambio, hoy en día la hecho mucho de menos y a mi padre no lo he vuelto a ver. Mi familia es muy reducida y no me podían dejar con mis abuelos porque eran mayores. Espero poder salir cuanto antes de aquí y crear mi propia familia unida como era la mía antes.

miércoles, 25 de enero de 2012

un lugar para perderme


Es una casa que se encuentra en el campo, solo rodeado de árboles y plantas. Una casa pequeña, que al pasar había a su derecha un gran salón, con una chimea al fondo, de suelo muy antiguo.  A su izquierda un gran dormitorio,   donde había un gran cuarto de baño siempre muy limpio. En ese cuarto pasaba la mayoría del tiempo. Al fondo una cocina, que recuerdo que siempre había mujeres cocinando,  por lo que siempre había un olor delicioso. Afuera se veía un lugar maravilloso de color verde, con mucha suavidad y espacio para poder relajarte.

continuamos una historia


Era una noche fría de invierno, la luna estaba llena y el viento fuerte del norte removía las hojas de los arboles de la calle y los toldos envejecidos de la antigua casa de relojes del maestro relojero Daniel garrote. La luz parpadeante de una bombilla se reflejaba en el cristal de la peluquería y producía sombras y luces en el interior del local. A lo lejos se escuchaba el llanto ahogado y trágico de un hombre que según su sombra tenía los pelos largos y muchas barbas. Me fui acercando, ese hombre me sonaba de alguna ocasión, me imaginé primero que era aquel hombre que conocí en la floristería, pero me di cuenta de que no lo era, porque se notaba que era de ropas anchas aunque fueran tan flaco... Después fui intentando reconocerlo para poder recordarlo, pero mi mente no conseguía encontrarle parecido con ningún conocido. Después recordé que me llegó una carta de hacía ya tres meses, de una persona anónima que me había escrito: "Hola, solo quería decirte que me gustaría conocerte y saber de tu vida, me conoces pero no me recuerdas”. 
La verdad es que yo estaba hecha un lío y no tenía ganas en ese momento de averiguar quién era aquel hombre, esa persona tenía muy mal aspecto.

Una excursion al parque de La Matallana


Los alumnos de 3º de Diversificación fuimos a una excursión al parque de La Matallana con la profesora de Física, Natividad. Llegó la hora del almuerzo y decidimos parar para comer en el camino. Rocío, mi compañera y amiga de clase, con el pelo castaño y y flequillo, estaba muy cansada y paró antes que los demás. Cuando empezamos a caminar se nos olvidó que faltaba Rocío y se dio cuenta Yoana, la compañera más observadora.
Rafa y yo fuimos a buscarla por el camino y a lo lejos vimos una sombra, a medida que nos acercábamos, descubrimos que sí, que era nuestra compañera Rocío. Entonces nos dimos cuenta de que estábamos perdidos. Macarena la compañera con el pie más grande de la clase iba dejando sus huellas. Entonces caminamos sobre sus pasos y encontramos a Mª dolores y Francisco plantando un pequeño abeto, le preguntamos.
-¿Dónde están los demás?
-No sabemos, nos hemos distraído y nos hemos perdido.
Decidimos esperarlos, estuvimos treinta minutos hasta que llegaron. Antonio, el más travieso, fue el único que llevaba su teléfono y gracias a él pudimos llamar al autobús para irnos a nuestras casas.