miércoles, 25 de enero de 2012

continuamos una historia


Era una noche fría de invierno, la luna estaba llena y el viento fuerte del norte removía las hojas de los arboles de la calle y los toldos envejecidos de la antigua casa de relojes del maestro relojero Daniel garrote. La luz parpadeante de una bombilla se reflejaba en el cristal de la peluquería y producía sombras y luces en el interior del local. A lo lejos se escuchaba el llanto ahogado y trágico de un hombre que según su sombra tenía los pelos largos y muchas barbas. Me fui acercando, ese hombre me sonaba de alguna ocasión, me imaginé primero que era aquel hombre que conocí en la floristería, pero me di cuenta de que no lo era, porque se notaba que era de ropas anchas aunque fueran tan flaco... Después fui intentando reconocerlo para poder recordarlo, pero mi mente no conseguía encontrarle parecido con ningún conocido. Después recordé que me llegó una carta de hacía ya tres meses, de una persona anónima que me había escrito: "Hola, solo quería decirte que me gustaría conocerte y saber de tu vida, me conoces pero no me recuerdas”. 
La verdad es que yo estaba hecha un lío y no tenía ganas en ese momento de averiguar quién era aquel hombre, esa persona tenía muy mal aspecto.

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